
Nvidia fabricará chips de IA en Estados Unidos por primera vez
El fundador y consejero delegado de Nvidia, Jensen Huang, ha liderado la transformación de la compañía en un pilar de la inteligencia artificial.
Nvidia, el gigante de los semiconductores conocido por sus unidades de procesamiento gráfico (GPU), anunció un plan histórico para fabricar por primera vez sus chips de inteligencia artificial en Estados Unidos. La compañía, considerada líder indiscutible en hardware de IA con más del 70% del mercado de aceleradores de inteligencia artificial, dará un giro a su modelo de producción tradicionalmente centrado en Asia. Esta decisión marca un hito en la industria tecnológica y se enmarca en la creciente estrategia de EE. UU. de impulsar la fabricación local de componentes críticos.
Nvidia: de tarjetas gráficas a líder en IA
Fundada en 1993 en California, Nvidia comenzó como fabricante de tarjetas gráficas para videojuegos, pero su capacidad de procesamiento paralelo la catapultó al centro de la revolución de la IA. Sus GPU resultaron ideales para acelerar algoritmos de aprendizaje profundo, convirtiéndose en el estándar para entrenar modelos de inteligencia artificial en la última década. Hoy Nvidia domina el segmento de chips de alto rendimiento para IA, al punto que “controla casi todo el sector” según declaró el presidente estadounidense. La empresa abastece con sus procesadores a gigantes de la nube, centros de datos y proyectos de supercomputación de IA, consolidando una posición de liderazgo tecnológico y un valor de mercado cercano al billón de dólares.
Este liderazgo se apoya no solo en hardware potente sino también en un sólido ecosistema de software (CUDA, bibliotecas de IA, etc.), lo que ha dificultado que competidores como AMD, Google o startups logren arrebatarle cuota de mercado significativa. Con la explosión de aplicaciones como la IA generativa (ej. chatbots avanzados, arte generativo), la demanda de chips Nvidia como el A100 y H100 se ha disparado, reforzando su papel central en la actual “fiebre del oro” de la inteligencia artificial.
El anuncio: fábricas de chips de IA en Arizona y Texas
Nvidia sorprendió al sector al anunciar que abrirá instalaciones de fabricación en territorio estadounidense, algo inédito en sus casi 30 años de historia. De acuerdo con el comunicado oficial, la empresa ha habilitado más de 90.000 metros cuadrados de espacio (unos 1 millón de pies cuadrados) para construir y probar sus chips avanzados en EE. UU. A continuación, resumimos los detalles clave del plan:
Inversión y alcance: Nvidia se ha comprometido a producir en Estados Unidos infraestructura de IA valuada en 500.000 millones de dólares a lo largo de los próximos cuatro años. Esta inversión colosal se realizará en alianza con varios socios manufactureros líderes a nivel mundial.
Ubicaciones y socios: La producción se repartirá principalmente entre Arizona y Texas. En Arizona, Nvidia está colaborando con Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. (TSMC) para fabricar los chips en su nueva planta de Phoenix. Adicionalmente, se ha asociado con empresas de encapsulado y prueba de semiconductores como Amkor Technology y SPIL para etapas de empaquetado en ese mismo estado. Por otro lado, en Texas la compañía construirá plantas de integración de supercomputadoras de IA en alianza con fabricantes electrónicos: Foxconn (en Houston) y Wistron (en Dallas).
Cronograma: La fabricación ya está en marcha en parte. Los chips de próxima generación Nvidia Blackwell han comenzado su producción en la planta de TSMC en Phoenix. Mientras tanto, las fábricas de montaje de superordenadores en Texas se encuentran en construcción, con el objetivo de iniciar la producción masiva en 12 a 15 meses.
Esto implica que hacia mediados de 2026 estas instalaciones estarían plenamente operativas, incrementando significativamente la capacidad de suministro de hardware de IA desde suelo norteamericano.
Alcance del proyecto: En total, se estima que más de 1 millón de pies cuadrados de nuevas instalaciones estarán dedicados a este esfuerzo. Nvidia planea que aproximadamente la mitad de toda su infraestructura de IA producida en los próximos años provenga de EE. UU., lo que representaría un cambio notable respecto a su producción actual concentrada en Asia.
Este movimiento es posible gracias a una red de alianzas: “Estas empresas líderes mundiales (TSMC, Foxconn, Wistron, Amkor, SPIL) están profundizando su asociación con Nvidia, ampliando su huella global y reforzando la resiliencia de la cadena de suministro”, señaló la compañía. En otras palabras, Nvidia no construirá fábricas desde cero por su cuenta, sino que aprovechará las plantas de contratistas y socios que ya operan o se están instalando en EE. UU., integrando sus chips y sistemas dentro de dichas instalaciones.
Los chips Blackwell y las supercomputadoras de IA
En las nuevas plantas estadounidenses se fabricarán principalmente los chips Nvidia de arquitectura Blackwell, los más avanzados de la compañía. Blackwell es la próxima generación de GPU de Nvidia, sucesora de las arquitecturas Hopper (orientada a centros de datos de IA) y Ada Lovelace (gráficos avanzados). Estos procesadores están diseñados para manejar cargas masivas de cálculo en aprendizaje automático, con mejoras significativas en rendimiento para tareas de deep learning y computación acelerada.
El destino principal de estos chips será la construcción de supercomputadoras de inteligencia artificial completas. Nvidia integrará los chips en sistemas de alto rendimiento (como sus conocidas plataformas DGX o pod de IA) en las fábricas de Texas, ensamblando verdaderas “fábricas de IA” llave en mano. Los Nvidia AI supercomputers se consideran “los motores de un nuevo tipo de centro de datos creado con el único propósito de procesar inteligencia artificial”, explica la compañía. Estas máquinas combinan cientos o miles of GPUs interconectadas para entrenar modelos de IA gigantescos (por ejemplo, modelos de lenguaje tipo GPT-4 y superiores, visión artificial a gran escala, simulaciones científicas, etc.). Nvidia prevé que en los próximos años surgirán decenas de centros de datos dedicados exclusivamente a IA – a los que llama “fábricas de IA de gigavatio” por la enorme potencia computacional que consumen. Los nuevos chips y supercomputadoras fabricados en Estados Unidos abastecerán a estos centros, que forman la infraestructura fundamental de la floreciente industria de la inteligencia artificial a nivel global.
En resumen, Nvidia fabricará tanto los chips como los sistemas completos: desde el nivel de semiconductores (GPU Blackwell) en Arizona, hasta el ensamblaje final de servidores y supercomputadoras de IA en Texas. Estos productos luego se enviarán a clientes como empresas tecnológicas, universidades, laboratorios de investigación y gobiernos que construyen centros de datos de IA. La meta es satisfacer la creciente demanda mundial de potencia de cálculo para IA con menor dependencia de insumos extranjeros. “Los motores de la infraestructura mundial de IA se están construyendo en Estados Unidos por primera vez”, afirmó Jensen Huang, fundador y CEO de Nvidia, en referencia a que nunca antes se habían fabricado estos sistemas íntegramente en el país.
Impacto en la industria tecnológica estadounidense
La iniciativa de Nvidia promete tener un impacto significativo en el panorama tecnológico y económico de EE. UU.:
Reindustrialización y empleo: Desde Washington se celebró el anuncio como parte de un “renacimiento de la manufactura estadounidense. Se espera la creación de cientos de miles de empleos de alta cualificación en los próximos años asociados a estas fábricas y su cadena de suministro. Ingenieros, técnicos y personal especializado serán requeridos tanto en la producción de chips como en el ensamblaje de supercomputadoras y en las industrias auxiliares (proveedores de materiales, equipos de fabricación, logística, etc.). Esto supone un impulso al empleo manufacturero avanzado tras décadas de offshoring.
Fortalecimiento de la cadena de suministro: Producir localmente chips tan complejos refuerza la resiliencia de la cadena tecnológica de EE. UU. frente a interrupciones externas. Huang subrayó que incorporar fabricación en EE. UU. ayudará a “satisfacer mejor la increíble y creciente demanda de chips y superordenadores de IA, refuerza nuestra cadena de suministro y aumenta nuestra resiliencia”. Al diversificar geográficamente la producción, Nvidia y sus clientes serán menos vulnerables a eventos como conflictos internacionales, desastres naturales o restricciones comerciales que afecten a Asia. También se acortan los tiempos de entrega al poder ensamblar sistemas directamente en el mercado estadounidense.
Liderazgo tecnológico nacional: La medida contribuye a que Estados Unidos recupere terreno en la fabricación de semiconductores de punta, considerado un sector estratégico. Aunque muchas de las tecnologías base siguen originándose en Silicon Valley y otros polos de innovación, en las últimas décadas la producción física de chips se había desplazado casi totalmente al este de Asia. Tener parte de la fabricación de los chips de IA más avanzados dentro de EE. UU. consolida el liderazgo estadounidense en la industria clave del siglo XXI (la IA), no solo en diseño sino también en producción. Además, otras empresas nacionales como Intel, AMD, Google podrán beneficiarse del ecosistema industrial que se genere en torno a estas nuevas fábricas (proveedores locales, mano de obra capacitada, infraestructura, etc.).
Efecto dominó en el sector privado: La apuesta de Nvidia se suma a una ola de inversiones tecnológicas en fabricación local. Por ejemplo, compañías rivales o asociadas podrían anunciar proyectos similares para no perder competitividad ni apoyo gubernamental. De hecho, ya se observan compromisos masivos como la iniciativa de OpenAI, SoftBank y Oracle para invertir 500.000 millones de dólares en centros de datos de IA en EE. UU. (el llamado Proyecto “Stargate”) o el plan de Microsoft de gastar 80.000 millones en infraestructura de IA en el país. La movida de Nvidia podría convertir a regiones como Texas en polos de manufactura de IA, atrayendo a proveedores y otras grandes tecnológicas. Ciudades como Houston anticipan miles de empleos y una transformación industrial gracias a la llegada de estas plantas de AI.
Por supuesto, el impacto real dependerá de la ejecución exitosa del proyecto. Expertos señalan que Estados Unidos encara retos para materializar este resurgir manufacturero, especialmente una posible escasez de personal especializado. Operar plantas de semiconductores exige ingenieros en física, química, ciencia de materiales y electrónica que actualmente son escasos en el país. Formar y atraer ese talento será crucial para que la inversión rinda frutos. Asimismo, los costos de producción en EE. UU. son más elevados que en Asia, lo que plantea desafíos de competitividad a largo plazo que Nvidia y sus socios deberán equilibrar con eficiencia, automatización y apoyo gubernamental.
Entre el CHIPS Act y la reducción de la dependencia de Asia
El anuncio de Nvidia no ocurre en el vacío, sino que se alinea con las políticas industriales recientes de EE. UU. para recuperar la soberanía tecnológica en semiconductores. En 2022, bajo la administración de Joe Biden, se promulgó la Ley CHIPS y Ciencia, que contempla más de 52.000 millones de dólares en subsidios y créditos fiscales para fomentar la construcción de fábricas de chips en territorio estadounidense. Esta iniciativa desencadenó “una oleada de inversiones sin precedentes en microprocesadores en Estados Unidos”. Empresas como Intel (en Arizona y Ohio), TSMC (en Arizona) o Samsung (en Texas) anunciaron nuevos megaproyectos fabriles aprovechando los incentivos públicos. El objetivo gubernamental es que al menos el 20% de los chips avanzados del mundo se fabriquen en EE. UU. en la próxima década, duplicando la participación actual.
Y es que, aunque el chip fue inventado en Estados Unidos, en las últimas décadas el país perdió terreno como fabricante. Hoy fabrica apenas ~10% de los semiconductores mundiales “y ninguno de los más avanzados”, los cuales provienen sobre todo de Taiwán y Corea del Sur. Esta dependencia de Asia preocupa no solo por motivos económicos sino también geopolíticos: Taiwán –donde Nvidia ha producido la mayoría de sus chips a través de TSMC– enfrenta tensiones frente a China, lo que supone un riesgo para la cadena de suministro global. De hecho, compañías estadounidenses líderes en diseño de chips (como la propia Nvidia en IA, Qualcomm en comunicaciones o Apple en móviles) han externalizado históricamente la fabricación a socios asiáticos, concentrando en esa región la producción física incluso de los chips más sofisticados.
Con este panorama, Nvidia fabricando en EE. UU. por primera vez representa un giro estratégico. La Casa Blanca ha buscado activamente este tipo de anuncios para avanzar hacia la autosuficiencia en semiconductores. Además de incentivos como el CHIPS Act, el gobierno ha impuesto controles de exportación para que las tecnologías más punteras no caigan en manos de rivales geopolíticos: actualmente existe una fuerte restricción a la venta de los chips de IA más avanzados a China. Al mismo tiempo, la nueva administración en 2025 ha empleado políticas proteccionistas para presionar a las empresas a producir localmente. El presidente Donald Trump amenazó con aranceles punitivos de hasta 32% a importaciones tecnológicas desde Taiwán (origen de los GPU de Nvidia) y 145% a productos de China, buscando reducir el déficit tecnológico. En paralelo, eximió temporalmente de esos aranceles a los semiconductores y otros dispositivos estratégicos, aparentemente como gesto para incentivar anuncios como el de Nvidia.
En este clima, no es casualidad que Nvidia decidiera anunciar su plan justamente ahora. Según analistas, la compañía estaría equilibrando la balanza entre atraer el apoyo gubernamental y evitar sanciones que perjudiquen su acceso a mercados o su cadena de suministro. La promesa de invertir masivamente en EE. UU. le permite a Nvidia congraciarse con las autoridades americanas –y podría haberle ayudado a sortear potenciales límites a la exportación de ciertos chips de última generación a la vez que obtiene mayor seguridad jurídica y logística a largo plazo.
Reacciones: respaldo gubernamental y visión de futuro
El anuncio de Nvidia recibió amplios elogios por parte de las autoridades estadounidenses. La Casa Blanca calificó la iniciativa como parte del “efecto Trump”, atribuyendo la decisión a las políticas nacionales que priorizan la manufactura interna. En un acto en el Despacho Oval, el propio presidente celebró la noticia diciendo que “es uno de los anuncios más importantes que jamás escucharán”, destacando la posición dominante de Nvidia en el mercado. Trump, fiel a su estilo, señaló que “la razón por la que lo hicieron es por las elecciones del 5 de noviembre, y por algo llamado aranceles, la palabra más hermosa del diccionario después de amor, Dios y relaciones”, en alusión a la presión que sus medidas proteccionistas y el año electoral habrían ejercido para precipitar la decisión de la empresa.
Funcionarios del gobierno subrayaron que este es exactamente el tipo de resultado que se busca con la estrategia de revitalizar la industria. “Trump ha priorizado la fabricación de chips en EE. UU. como parte de su incansable búsqueda de un renacimiento de la manufactura, y está dando sus frutos: billones de dólares en nuevas inversiones aseguradas solo en el sector tecnológico”, afirmó la Casa Blanca en un comunicado oficial. En efecto, además de Nvidia, se han anunciado numerosas inversiones recientemente que apuntan a devolver a Estados Unidos el protagonismo en la producción de tecnologías avanzadas.
Las reacciones en el sector privado y académico también han sido positivas en términos generales. Expertos en semiconductores ven el movimiento de Nvidia como “un paso en la dirección correcta” para mitigar riesgos en la cadena global de chips y asegurar el suministro ante la demanda explosiva de hardware de IA. No obstante, matizan que persisten desafíos: “Subsidios por sí solos no garantizan una industria sostenible; hacen falta clientes, una cadena de suministro completa y, sobre todo, una fuerza laboral especializada”. En otras palabras, Estados Unidos deberá formar decenas de miles de nuevos profesionales para operar estas instalaciones de vanguardia y mantener los costos competitivos. Iniciativas público-privadas en educación e incentivos migratorios para talento extranjero podrían ser necesarias para llenar ese vacío de habilidades.
Finalmente, inversores y el mercado bursátil recibieron con optimismo moderado la noticia. Si bien Nvidia ya es una empresa profundamente globalizada, este movimiento estratégico refuerza la confianza en que podrá navegar las tensiones internacionales sin interrupciones productivas. Además, envía una señal poderosa: los centros de innovación tecnológica quieren también ser centros de fabricación, integrando toda la cadena de valor desde el diseño hasta la producción. En palabras de un analista, “es un cambio de paradigma que hace apenas unos años parecía remoto, pero hoy comienza a materializarse”.
Con este proyecto, Nvidia no solo consolida su liderazgo en la era de la inteligencia artificial, sino que se convierte en punta de lanza del resurgir manufacturero tecnológico de EE. UU. Resta por ver cómo evoluciona su implementación en los próximos meses, pero sin duda el anuncio sienta un precedente: la manufactura de chips de IA “Made in USA” será pronto una realidad, con implicaciones profundas para la industria global de semiconductores y el equilibrio tecnológico mundial.